De palique con Kike 34

(Artículo publicado en revista ‘Ñaque’, Ciudad Real (España); nº. 41, octubre 2005)

CAMINO A MANACOR
El arte no es una isla; sirve para entender el mundo. Sus principios se aplican a todos los campos del conocimiento.
R. Arnheim (1)

Hoy comienzo mi palique con una noticia que darte, ¡buena, mira tú por dónde! Tan buena, que me invita a intercalar esta carta entre las que tenía encaminadas a terminar, de una vez por todas, lo que te estaba explicando sobre este asunto que tanto nos ha entretenido, el que ha logrado llevarnos a rastras durante nuestras últimas misivas: la comparación de géneros artísticos.
La grata noticia proviene de Manacor (Illes Balears) y nos informa de que allí se ha emprendido el montaje de ‘Las sirenas se aburren(2)con un grupo de enfermos mentales del colectivo "Estel de Llevant” (asociación pro salud mental) (3), dentro del programa “Estepa teatre".


Representación y preparación montaje de ‘Las sirenas se aburren’ dentro del programa ‘Estepa Teatre’, de la asociación ‘Estel de Llevant’ de Manacor, 2.005

"Estel de Llevant” es una asociación dedicada a la atención de enfermos mentales en Manacor (Illes Balears) y comarca, a quienes proporciona un espacio socializador donde desarrollar un conjunto de actividades que propicien el aprendizaje, la autonomía y la relación de los participantes entre sí y con la sociedad en general. Entre el catálogo de actividades que despliega, aparece el programa “Estepa teatre”, a través del que se promueve el ejercicio de las técnicas teatrales con la intención de consolidar los objetivos que hemos mencionado.
Dirige la experiencia Margalida Tauler, cuyo historial en este campo es largo y fructífero. Ya durante el año pasado se encaró a la propuesta de interacción de géneros y a la de intervención de la tramoya en escena, utilizando en aquella ocasión una obra surgida de su pluma, ‘De cine!’; ahora, ha traducido ‘Las sirenas se aburren’ directamente al habla mallorquina y se ha puesto de manos a la obra, dándome, como puedes comprender, la mayor alegría que haya podido recibir yo desde hace mucho tiempo. Contento que se debe, como tú bien sabes, a que estos textos míos apuntan hacia todo tipo de dedicación social que demande cierta flexibilidad en el nivel de posibilidades de aportación de cuantos aspiren a intervenir en la experiencia teatral que nos propongamos emprender. Pese a ello, pocos conocen que mis obras contienen esta pretensión y, por lo tanto, en pocas ocasiones se usan para estos fines o me entero pocas veces o es que realmente en estos ámbitos es escasa la aplicación de algún modelo que se base en el ejercicio teatral.
De todas formas, he de reconocer que esta apertura experimentada por mis propuestas escolares hacia otros colectivos, sobrevino sin más, de una manera un tanto inesperada, en un efecto serendípity, consecuencia quizás de ese afán mío por hacer lo más versátil posible la estructura dramática  y por incorporar a ella diversos módulos de intervención según la competencia personal de cada cual, de forma escalonada, con el fin de hacer más asequible cualquier nivel de participación en la tentativa. En cierta medida, el secreto reside en que éste, el de tomar la decisión de procurar adaptarse a la disponibilidad de los previsibles y, a veces imprevisibles, número y características de los participantes, es también un asunto típicamente escolar.
No todos los colectivos escolares son del mismo o similar tamaño; no todo el mundo está dispuesto a brindar su participación en la tarea interpretativa; no todos se ven con ánimos ni talento para emprenderla, no por lo menos sin mostrar alguna prevención. Se trata pues, de un problema más entre tantos que nos encontramos en el día a día del montaje teatral en la escuela; no es de extrañar que, en su momento, me enfrentase a él e intentase buscar alguna solución con la finalidad de propiciar la intervención de unos y otros y de los de más allá; en todo caso, esa era la pretensión. Con tal fin, diseñé los entramados dramáticos de unas cuantas obras de teatro, flexibilizándolos, de forma que su estructura ofreciese la ventaja de ampliar y reducir la cantidad de personajes y proporcionase un abanico de oportunidades para admitir la esperable diversidad de características personales que se suele dar. Esta versatilidad en lo que hace a la cifra de participantes y a las características personales de cada uno de ellos, ha favorecido, en principio, que algunos de esos textos fuesen utilizados tanto por escuelas como por grupos de teatro.


Primer montaje de ‘Historia de una cereza’ por la Cía. Ràfega de Barcelona, 1.981
El montaje más reciente de ‘Historia de una cereza’. Producciones Quiquilimón de Gijón, 1999 (Aún vigente)

He de admitir, ya digo, que no tuve conciencia de que, con la orientación que estaba imprimiendo a mis textos, los estaba dotando para esta otra dimensión, la de su especial acomodación a colectivos no escolares ni tampoco teatrales. Eso del serendipity, en un lenguaje para que nos entendamos tú y yo, viene a ser algo así como ‘sonó la flauta por casualidad’… Bueno, quizás no sea tanta casualidad, porque siempre hay personas con gran sensibilidad y que, encima, están a la que salta, como Mony Hernández, quien, intuyendo estas propiedades, propuso ‘Historia de una cereza(4) para su montaje, dentro de una experiencia llevada a cabo en el Psiquiátrico de Salamanca, bajo la dirección de Isabel Hernández Martín, Casti Jiménez y José Luís Sánchez García.  


Montaje de  ‘Historia de una cereza’ por Taller de Teatro del Pabellón de Crónicos del Hospital Psiquiátrico de Salamanca, 1.990
Para que se diera esta adecuación al medio donde se aplicó en aquella experiencia, lo oportuno de la obra, a mi entender, consistía en que ‘Historia de una cereza’ dispone de una arquitectura dramática distribuida en pequeños episodios que tienen sentido por sí solos; es decir, que cada uno de ellos, nos cuenta una historia breve y sencilla que empieza y acaba en el mismo episodio, reforzando nuestra perspectiva al tratar cada vez la unidad completa de una historia.
Esta táctica, concebida para favorecer la comprensión de nuestro trabajo durante cada ensayo, permite también organizar estas sesiones de trabajo por episodios completos, de modo que se pueda convocar por horarios a los participantes ya que en cada episodio cambian todos los personajes y dado que éstos no aparecen en ningún otro momento de la obra- o que, si se dispone de varios responsables para dirigir la sesión y el local lo permite, puedan estar ensayando todos los participantes, siendo repartidos por grupos con el fin de mantener ocupados a la mayor parte de los actores y, de este modo, aprovechar el tiempo en lo que esté en nuestras manos.
No obstante, hay que tener presente que, asimismo, estos fragmentos son elementos integrantes de la historia que, por encima de ellos, teje un argumento general de la obra de Teatro, sustanciado gracias a todos y cada uno de estos episodios.
En efecto, esa táctica segmenta la historia para proporcionar la comprensión más completa posible del fragmento ejercitado durante cada sesión de ensayo que, al mismo tiempo, forma parte de una trama general. Está ideada así, porque ‘Historia de una cereza’ es una pieza escrita de forma premeditada para su práctica escolar, con niños de nueve años en adelante; contiene además esta estratagema el fin inequívoco de incrementar, en lo que a nuestro alcance esté, la amenidad de nuestro quehacer teatral por la existencia, como ya he dicho,  de principio y fin dentro de cada segmento y porque es factible ensayar varios episodios a un mismo tiempo, si el local y el número de encargados de dirigir la experiencia lo permiten, con lo que se eludiría en mayor medida esa inactividad que algunas veces se produce entre los participantes.
Esta concatenación de estructuras independientes entre sí da lugar además, al mecanismo que proporciona esa flexibilidad en el número de actores a intervenir que exponíamos en nuestro ‘De palique con Kike-18”(5); argucia con la que conseguíamos adaptar el espectáculo a la cifra de participantes, permitiendo encarar mejor las incorporaciones de actores y supresión de personajes, en cualquier momento.
Por otro lado, ‘Historia de una cereza’ propone una gran disparidad en lo que se refiere al tamaño de papel que le correspondería a cada actor. Pese a que también proporciona algún personaje con mucho texto y de extensa intervención, se trata de una obra, en general, con diálogos muy breves o que fácilmente se pueden repartir entre varios actores, lo que favorece también la buscada intervención en la experiencia de personal con características muy diversas.
Sirviendo a esa pretensión de proporcionar mayor facilidad aún a nuestra labor de reparto de papeles, cabe agregar que el personaje ‘Narrador’ admite ser distribuido en fragmentos bastante cortos, con el fin de repartirlo entre varios participantes, y, como recurso adicional, puede ser leído durante la representación.


‘Narrador’ compartido y leído.
1.980. Montaje en el Collegi Immaculada Concepció de Santa Coloma de Gramenet.- Dir.: Gemma Magallón

 Son estratagemas, aparte de otras que también forman parte de la estrategia global de esta obra de teatro, elaboradas desde un texto teatral escrito bajo el punto de vista de un especialista, de alguien que se dedica a montar obras de teatro con niños en una escuela. No estaban pensadas, en principio, para su empleo en cualquier otro ámbito. Sin embargo, visto ahora, parece evidente que esos mismos objetivos de facilitación que se plantearon para la Escuela, hayan favorecido la aplicación de la propuesta en muchos de esos otros ámbitos necesitados de soluciones prácticas conducentes a superar iguales o parecidos obstáculos, que con idéntica o mayor frecuencia se dan en esos entornos y a poner en marcha la tan compleja como gratificante y enriquecedora tarea que se proponen.
Lo que vino a remachar el clavo es que al año siguiente, ese mismo equipo, el del Psiquiátrico de Salamanca, dirigido también por Isabel Hernández Martín, Casti Jiménez y José Luís Sánchez García y asesorado teatralmente por Mony Hernández, se planteó el montaje de ‘Jonás, Jonás(5), otra obra de teatro escrita por mí y, de igual modo, dedicada a la labor dramática escolar.

Montaje de  ‘JONÁS, JONÁS’ por Taller de Teatro del Pabellón de Crónicos del Hospital Psiquiátrico de Salamanca, 1.991
Concebida para participantes dentro de una franja más estrecha en lo que a edad se refiere (11-13 años), esta obra se sostiene, en una primera observación, sobre el mismo modelo de andamiaje estratégico que la anterior, ya que está construida en episodios muy definidos y, al propio tiempo, engarzados en una historia que los engloba a todos y, aunque no con tantos papeles ni tan atomizados, también propone mucha diferencia entre las cuotas de papel a asignar. Tienen pues ambas obras características muy similares, lo que, supongo, favoreció, en cierta medida, la ingente tarea que afrontaron los responsables de la experiencia. Lo digo con la mayor conciencia a mi alcance de la situación: Sin lugar a dudas, estas artimañas –las que aquí proponemos- son solo una pequeña ayuda, pensando por encima de todo, en aquellos que han de materializar su proyecto. Son ellos quienes saben y han de tomar la mayor parte de las determinaciones acerca de cómo gobernar su embarcación por unas aguas muy complejas, sorteando toda suerte de dificultades.

Monitores junto a internos en montaje de  ‘JONÁS, JONÁS’ por Taller de Teatro del Pabellón de Crónicos del Hospital Psiquiátrico de Salamanca, 1.991

En todos los casos que aquí expongo, han sido los responsables de las distintas experiencias los que han manejado el timón en todo momento. A ellos se debe, por entero, que mis textos hayan adquirido esta dimensión; ya digo, para mí, inesperada. Son además, su entrega y sus conocimientos los que hacen posible que, en estas circunstancias, se plasme en una realidad cualquier propuesta escénica. Pero ello no le quita valor a cualquier apoyo logístico desde la elaboración de la pieza literaria, por pequeño que éste sea; al contrario, supone un compromiso y, a su vez, un reto, esforzarse por dotar a tan específicas experiencias con textos cuya estructura se adapte a ellas y facilite su desarrollo práctico.
Hay que tener en cuenta que en la carta de hoy, Kike, intentamos exponer como testimonio unos montajes ciertamente arduos. La idea es la de ejemplificar uno de los extremos de ese arco de posibilidades, que contiene los ámbitos donde pueda ser considerada útil la obra en cuestión; arco que parte desde una pilastra, la correspondiente a un trabajo elaborado en el ámbito escolar y que, hasta haber alcanzado el otro extremo de su curva, discurre su camino pasando por este modelo de actuación que hoy estamos sacando a la palestra, después de haber transitado por una sucesión de ejemplos de agrupaciones sociales a las que esta manera de enfocar la experiencia teatral puede resultar asimismo idónea y provechosa. Este camino estará tachonado de todas aquellas propuestas de experiencia dramática que se planteen en el seno de colectivos cuya razón de ser y propósitos no sean específicamente teatrales; bien intervenga en la decisión de hacer teatro una voluntad meramente lúdica, una intención educativa, pretensiones terapéuticas, etc.
En cualquier caso, ‘Jonás, Jonás’ (obra concebida también para y desde la Escuela,  aunque, como te decía, destinada a una franja más estrecha y algo superior a la de ‘Historia de una cereza’ por lo que a edad de los participantes se refiere) exhibe, como ya hemos expuesto también, las mismas características que la otra  en lo que concierne a los tres factores que hemos analizado(arquitectura dramática distribuida en pequeños episodios y variedad en la cuota de texto de cada personaje, junto a la posibilidad de repartir algún papel entre varios actores), lo que la convierte, al margen de por otros aspectos que pudieran valorar los responsables de la experiencia cuando decidieron su montaje, en candidata a convertirse en material destinado al uso, por parte de todo colectivo que se pudiera cobijar en cualquier tramo de ese arco, formado, como ya se ha apuntado, por muy diversos ejemplos de aplicación de este modelo que hemos intentado definir.
No obstante y como, bajo el título ‘El encanto de la Tramoya’, ya comentábamos en un palique anterior (7), viene a cuento aclarar que ‘Jonás, Jonás’ guarda un as en la manga, ya que dispone de un dispositivo específico gracias al cual, esta obra de teatro se puede convertir en una herramienta más útil aún para muchos de estos casos a los que hemos aludido.
Es un mecanismo por el que, sugiriéndose desde el texto, se promueve la intervención de la tramoya en escena, formando parte de la acción dramática desarrollada encima del escenario y realimentando, con su intervención, esa misma acción dramática. Los tramoyistas, junto a los actores propiamente dichos, han de reproducir los efectos y han mover artilugios y decorados en presencia del público, creando, mediante sus sonidos y movimientos, dentro de la propia corriente escénica que impulsa nuestro ejercicio, una danza que contribuye a nutrir esa propia acción dramática de donde provienen y dando, en vivo, pie a un intenso juego de interacción de expresiones artísticas.
Ahora bien, lo que importa en nuestro caso, sin que ello signifique que entendamos como menos importante lo dicho al final del párrafo anterior, es que, con nuestros objetivos escolares, hemos logrado establecer también en nuestro esquema de montaje diversos niveles de aportación, merced a los que se puede considerar participante desde quien quiera interpretar un personaje, hasta quien no se preste a ello o no se sienta capaz, pero que sí se avenga a formar parte con su acción personal –a través de algún cometido en la tramoya de nuestro espectáculo- del encadenamiento teatral acerca de sucesos y personas que, sobre el escenario, construyen una historia destinada a ser representada en público.
Un muchacho puede estar remedando, mediante un cubo y una bayeta, el chapoteo que produce Jonás cuando camina desde la orilla hasta la barca que quiere abordar.


‘Jonás’ camina hacia la barca, mientras un tramoyista intenta reproducir el ruido del chapoteo.  Primero ensayos.
1.984. Montaje en el Col·legi Ntra. Sra. del Coll.- Barcelona
Otros, con su cuerpo, darán vida al movimiento de la barca, asumiendo incluso algo de papel.


‘Jonás’ ensayo del balanceo,
1.984. Montaje en el Col·legi Ntra. Sra. Del Coll.- Barcelona

Otros imitarán el sonido del viento o los relámpagos, simularán las maniobras marineras que la acción indique o manejarán las piezas del decorado que se deberán abatir o desplegar durante la acción que plantea la obra de teatro.

La escena de la barca de ‘Jonás, Jonás’
1.984. Montaje en el Col·legi Ntra. Sra. Del Coll.- Barcelona


La escena de la barca en montaje de  ‘JONÁS, JONÁS’ por Taller de Teatro del Pabellón de Crónicos del Hospital Psiquiátrico de Salamanca, 1.991

En definitiva, el planteamiento de intervención de la tramoya en escena que sugiere ‘Jonás, Jonás’, establece varios niveles de contribución a la experiencia por parte de los participantes, con el fin de facilitar el reparto de tareas y personajes de acuerdo con los intereses y capacidades, mientras que convierte esta actividad en un potente ejercicio de interacción de expresiones artísticas, donde luz, plástica y sonido, junto a expresión corporal e interpretación dramática se encaramarán a la estructura de esa escala de niveles de intervención, propiciando la elaboración de un producto integrador de todas las aportaciones artísticas, bajo una constante exigencia de coordinación entre actores y tramoyistas.

‘Jonás’ ensayo del balanceo, junto a tramoyistas probando efectos.
1.984. Montaje en el Col·legi Ntra. Sra. Del Coll.- Barcelona

Permíteme, Kike, que vuelva ahora a lo del montaje de ‘Las sirenas se aburren’ realizado, dentro del programa  "Estepa teatre" por el colectivo “Estel de Llevant” ( asociación pro salud mental) de Manacor, asunto con el que abría este ‘palique’… y es que la arquitectura de ‘Las sirenas se aburren’, déjamelo decir,  ofrece, como apuntaba en la carta anterior, del mismo modo que brinda ‘Jonás, Jonás’, un dispositivo que pretende promover especialmente la intervención de la tramoya en escena, proporcionando la posibilidad de aplicar esa escala de niveles con la que favorecer la presencia de cualquier rango y modo de contribución e impulsando un ejercicio interdisciplinario que incorpora en la misma acción un amplio espectro de intervenciones artísticas.

Preparación montaje de ‘Las sirenas se aburren’ dentro del programa ‘Estepa Teatre’, de la asociación ‘Estel de Llevant’ de Manacor, 2.005
Recuerda lo que decíamos tiempo atrás… Aquello de que ‘Las Sirenas se aburren’ cuenta una historia que se desarrolla casi íntegramente durante la filmación de una película (maniobras, profesionales y útiles propios de un rodaje se han adueñado del escenario) y que el espacio escénico, en función de ese simulacro de rodaje, cuya frontera la determinan precisamente los movimientos ejecutados por la cámara cinematográfica, se divide en dos espacios; en uno de ellos (Campo B), deambulan unos actores que simulan ser los componentes del equipo técnico, es decir, ‘aquellos que filman’, mientras que, en el otro espacio (Campo A),  unos actores interpretan los personajes de una película de piratas; es decir, ‘aquellos que son filmados’.

Desde esta perspectiva, salta a la vista que entre el equipo técnico -’los que filman’- surge una serie de cometidos inherentes a la función de tramoyista. Así, uno de los personajes puede estar representando que conduce la jirafa con el micrófono que servirá, quizás y al mismo tiempo, para transmitir al público el sonido ambiente, mientras otro dirige los reflectores, otro ayuda al desplazamiento de la cámara o el de más allá construye o repara el decorado perteneciente a la película o simplemente aguanta un cable o un palo, todo ello a la vista del público y formando parte de la acción dramática, diciendo o sin decir ni mu, de acuerdo con el papel que les haya sido asignado.


Un momento de la representación de ‘Las sirenas se aburren’ dentro del programa ‘Estepa Teatre’, de la asociación ‘Estel de Llevant’ de Manacor, 2.005
Los ‘obreros’ simulan fabricar el barco.
Es evidente que con este recurso se está planteando también ese escalonamiento en niveles de intervención que decíamos, concitando a la participación a un amplio abanico de personas con diferentes capacidades  e intereses distintos, dentro de un concierto donde todo el mundo aporta lo que puede y lo ofrece al público; público que se erige en un significativo ingrediente en el guiso de esta experiencia.
Sin embargo, en el otro lado, el del barco (Campo A), los personajes que están siendo filmados reclaman para ser interpretados, el dominio de ciertas habilidades escénicas. Los piratas han de cantar y bailar.





Preparación montaje de ‘Las sirenas se aburren’ dentro del programa ‘Estepa Teatre’, de la asociación ‘Estel de Llevant’ de Manacor, 2.005
Capitán pirata y sirenas
Esta labor de coordinación entre actores y tramoyistas y de intervención artística tiñe interdisciplinariamente cualquier actividad que se emprenda, produciéndose con frecuencia la apertura de nuevos caminos a explorar, incluso, fuera del escenario.


Mònica
Joan


M. Nicolau
Miquel
Preparación montaje de ‘Las sirenas se aburren’ dentro del programa ‘Estepa Teatre’, de la asociación ‘Estel de Llevant’ de Manacor, 2.005
Propuestas de cartel
Cabe destacar, asimismo, que, al margen de la adaptación al cometido según capacidades e intereses, esta estrategia admite que, en última instancia, el montaje se ajuste al número exacto de participantes que se desee. Ampliándolo o reduciéndolo a voluntad, al añadir o suprimir intervenciones en función de las necesidades del grupo que tenga la determinación de montar la obra de teatro. Solo hay que tener en cuenta que ‘Las sirenas se aburren’ no puede ser representada por menos de 17 actores, lo que la convierte en prácticamente inviable para producciones comerciales. Aún así, también se ha dado algún caso, como el montaje llevado a cabo en 1.991 por el grupo de teatro ‘La Garnacha’, bajo la dirección de Vicente Cuadrado.
En lo que afecta a nuestro análisis de hoy, lo que interesa, Kike, es que esta estrategia, la que denominamos ‘El encanto de la tramoya’  o ‘La Tramoya viva’, como la bautizó Josep Mª. Font y que está pensada para mejorar nuestro trabajo y suavizar dificultades en el entorno escolar,

‘Las sirenas se aburren’ Col. Ntra. Sra. del Coll (Barcelona) Curso 87-88 Dirección del propio autor
Nenunia no se puede contener; necesita devorar algún hombre.

‘Las sirenas se aburren’ Col. HH. Maristas de Salamanca Curso 91-92
Dir.: Isabel Cobaleda, Roberto Martín
Las sirenas de conciliábulo
 ofrece la oportunidad –justamente por esa búsqueda de facilitar el trabajo con un colectivo- de ser aplicada a muchos otros entornos cuya característica común es la de que el colectivo que vaya a montar la obra no se hubiera constituido por pretensiones exclusivamente teatrales. Los integrantes de este tipo de colectivo quieren montar una obra de teatro, pero el objetivo social del grupo es otro y, por lo tanto, la actividad teatral puede atender y absorber, en mayor o menor proporción, esas otras intenciones.
Metidos ya en el ajo y mezclando la aportación más compleja con la intervención más sencilla, la acción propuesta por la obra de teatro se convierte, sin abandonar un cierto orden operativo, en un patio a la hora del recreo, donde cobra vida una innumerable variedad de juegos, mientras que, sin olvidar que es constantemente invitado a ampliar su aportación, cada cual participa, dentro de su medida, en aquel juego para el que se sienta más capacitado y con el que se sienta más a gusto, componiendo, entre todos, un cuadro global lúdico, que es coordinado por el ejercicio teatral propuesto por el texto y que se materializa gracias a la iniciativa de los responsables de la experiencia.
Desde cualquier acción musical, ya sea canto o baile o desde la interpretación de un papel de los de exigencia, hasta otros actos previsiblemente sencillos, como sujetar aquel cable en escena, merecen toda la atención de los concurrentes, público, actores y tramoyistas, si se consigue que estas labores de intervención se conviertan en elementos que formen parte de la acción dramática y que se transformen en un mosaico lo más coherente posible. Aprovechando este impulso, se pretende generar la puesta en escena de nuestra obra de teatro, a la vez que se ha propiciado, a lo largo de la experiencia, un intenso ejercicio de interacción de expresiones artísticas del que se habrá beneficiado, sin lugar a dudas, cualquier colectivo que haya procedido a ponerla en marcha.
Llevar a cabo la experiencia es lo más complicado y meritorio. Señalo, sobre todo y con sincero reconocimiento por su esfuerzo, a esos responsables a quienes tanto aludimos, pero no deja de ser útil que, con objeto de cooperar a tan admirable dedicación, desde el propio texto, inscritas en la propia palabra del autor, se contribuya con algunas estrategias que faciliten la tarea de esos responsables, a la vez que amplíen el campo de sugerencias que pretende enriquecer esa labor.
Así de sencillo. Esta tarea de facilitación tiene aún algunos aspectos más a desempolvar, pero por no alargar más esta carta, no hago mención más que de pasada al tratamiento aplicado en estas tres obras al asunto de los ‘temas comunes’. Debo decirte que, a mi modo de ver, este aspecto favorece también este tipo de utilización teatral que hoy hemos comentado.
Un último apunte, antes de despedirnos. El público que se congrega en este tipo de representación convive, algunos de ellos día a día, con la circunstancia vital de los participantes, bien por ser familiar, bien por ser voluntario, político o profesional y suele ser consciente de esperables limitaciones. Eso, unido al afecto, puede dar a entender que no es necesario tanto esmero en nuestro trabajo, que esa comprensión y cariño justificarán cualquier negligencia.
Déjame que te diga una cosa, Kike: Todos esos interesados que forman el público, suelen ser personas que padecen en su entorno la situación de los afectados, sobre todo, los familiares y es para ellos una de las pocas oportunidades que les da la vida para recibir una satisfacción en este mundo tan especial, la de contemplar a su ser querido en plena expresión de sus avances personales, a través del ejercicio de la autoestima y de la convicción en un acto tan complejo como representar ante un público. Muchas veces se dan en estas familias vivencias tan duras e irreversibles que vale la pena que no abandonemos la guardia. Se lo merecen. Además, creo que apoyarse en este estado de cosas para bajar el listón, perjudicaría objetivamente nuestro ejercicio al desvirtuar nuestras expectativas. Eso es lo que creo que ha tenido en cuenta Margalida y todo el equipo de Manacor, como me parece que también lo tuvo en cuenta en su momento el de Salamanca, proporcionando ante su público, dentro de las comprensibles e irremediables limitaciones de los participantes, una labor que, además de cariño, ¡cómo no!, rezuma por todas partes dignidad y rigor.
No sé, Kike, te tengo que confesar que me siento importante siendo sólo una mera pieza de este complicado engranaje que funciona gracias a la decisión y esfuerzo de personas como Mony, Isabel, José Luís, Casti y ahora, Margalida. Ya sé que se deben dar más casos en el mundo, pero algo me dice que menos de los que se necesitan. De cualquier modo, me parece imprescindible destacarlos, aunque solo sea por ofrecer la oportunidad de observar casos prácticos, como el de “Estepa teatre” (8), mientras desgranamos nuestras propuestas y entretanto intentamos, bajo nuestro prisma, poner lo importante en su lugar; más importante quizás que el más importante evento en el teatro más importante del país. Solo por eso, vale la pena nuestra cháchara, Kike, adquiere sentido nuestro palique, nuestra ya larga conversación.
Miguel Pacheco Vidal

1)    Breve pintada en la tapia del IES ‘Bisbe Berenguer’ en l’Hospitalet de Llobregat, lo que puede querer decir que tras aquel muro moran personas muy interesantes. Cada jueves paso por allí con mis nietos y les pido la lean. Pese a su corta edad, le echan el resto y algo me dice que algún día la comprenderán mejor que yo y quizás comprendan más a su abuelo.
2)    Las sirenas se aburren’, obra de teatro escolar del autor de este ‘palique’, publicada en la colección "Punto de Encuentro" (Serie de Teatro) de Editorial Everest (León, 2.005)
3)    Montaje de Las sirenas se aburren’, dentro del programa "Estepa teatre", por parte de "Estel de Llevant” ( asociación pro salud mental) de Manacor (Illes Balears), junio 2.005.
4)    ‘Historia de una cereza’, obra de teatro escolar del autor de este ‘palique’; Colección 'Teatro EDB'- EDICIONES DON BOSCO.- Barcelona, 1.982
5)    Del número de personajes a la comparación de medios artísticos”; ‘De palique con Kike-18’; Ñaque, núm. 25; Ciudad Real, junio-julio 2002
6)    'Jonás, Jonás'; Obra de teatro escolar obra de teatro escolar del autor de este ‘palique’; Colección 'Fuente Dorada'-  Valladolid, 1.988
7)    La Tramoya viva”; ‘De palique con Kike-33’; Ñaque, núm. 40; Ciudad Real, junio-julio 2005
8)    Después de publicado este artículo, ‘Estepa Teatre’ decidió llevar a escena ‘Jonas, Jonás’, dirigida también por Margalida Tauler.


Dos instantes de ‘Jonàs, Jonàs!’  .
2.006 Montaje de ‘Estepa Teatre’, Manacor. Dir. Margalida Tauler